Adaptaciones al entrenamiento de fuerza
Las adaptaciones que se producen como consecuencia del entrenamiento de fuerza pueden ser divididas en dos:
-Adaptaciones inmediatas o agudas, estas son los cambios que se producen en el cuerpo durante una sesión de ejercicio y poco después de esta.
-Las adaptaciones crónicas son cambios en el cuerpo que se producen tras la repetición de varias sesiones de entrenamiento y que persisten durante mucho tiempo después de haber acabado una sesión.
La clave para que el tamaño y la fuerza del músculo aumenten está en someter al sistema neuromuscular a una sobrecarga, es decir, que este experimente con el entrenamiento un estrés al que no está acostumbrado.
Durante las fases iniciales de este tipo de entrenamiento se produce un aumento notable en la activación de unidades motoras.
Cuando se lleva a cabo un programa de entrenamiento de fuerza se producen varias adaptaciones celulares: cambios en la cantidad de enzimas aeróbicas y en los sustratos energéticos almacenados, así como un aumento del contenido proteínico de las miofibrillas (es decir, un aumento de la actina y la miosina) y del número de proteínas del músculo no contráctil.
Se producen, además, importantes cambios en los sistemas nerviosos central y periférico para respaldar la activación de unidades motoras, activación necesaria para la producción de la fuerza y la potencia requeridas.
En otros sistemas fisiológicos (en los sistemas endocrino, inmunitario y cardiorrespiratorio, por ejemplo) también se producen, a consecuencia de un programa de entrenamiento de fuerza, varios cambios que dan lugar a adaptaciones neuromusculares.
El conjunto de todas estas adaptaciones derivadas del entrenamiento de fuerza ayuda a que se produzcan mejoras neuromusculares en el cuerpo en lo que respecta a la fuerza, la velocidad y la potencia.
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